Los DPF reducen efectivamente las emisiones de partículas al recolectar y almacenar partículas incombustibles en forma de cenizas y hollín. Sin embargo, la mayor parte de la ceniza que se acumula en el DPF proviene del lubricante consumido. Incluso los aceites con menos cenizas de la actualidad obstruyen los DPF, a menudo resultando en una mayor contrapresión, forzado a regeneraciones más frecuentemente y a un aumento del consumo de combustible. 

Las especificaciones del aceite han cambiado con el tiempo para mantenerse al día con las demandas de emisiones más bajas, pero no han abordado específicamente la mejora del rendimiento de los sistemas de postratamiento. El porcentaje de aditivos metálicos formadores de cenizas en los aceites se limitó a un máximo del 1 % con la introducción de las especificaciones API CJ-4 en 2006, y este máximo se ha mantenido en el 1 % con la norma API CK-4, introducida en 2016. Desafortunadamente, todavía no es lo suficientemente bajo para maximizar la vida útil del filtro DPF, lo que significa que el avance tecnológico de los sistemas de postratamiento ha superado a los lubricantes actuales. Hasta ahora.