El espíritu que impulsa el progreso es el que puede ver de primera mano en las historias de personas que nunca se dan por vencidas. Estamos inspirados por aquellos que siempre presionan más y ponen la mira en lo que sea necesario para mejorar su rendimiento, incluso cuando se enfrentan a los desafíos más difíciles. Ellos son los que animan a otros en el camino, y ese viaje comienza con el cuidado de las cosas de las que dependen sus vidas y sus medios de vida.